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Crónicas "Entrar a la cordillera"

3. En plein air

Por 2 de Agosto de 2024Octubre 13th, 2024No Comments2 min read

“Olvidé comentarte que hoy y mañana voy a estar en el cerro”, escribe Mauro. “OK”, le digo, y sigo trabajando en el texto de 100 palabras que necesitamos para los próximos días.

Logro escribir una primera versión y dejar la cuenta en 107. Decido enviárselo así, como está. Con sus comentarios en mano haré el apretón final.

Doce horas después él me envía su respuesta. “Acabo de bajar al auto”, me escribe. “Pasamos la noche arriba”. Y me envía también una foto feísima: una selfie sacada a la rápida, sin encanto, que no tiene nada que hacer en nuestros archivos. Sale él en primer plano y de semiperfil; más atrás aparecen también Diego y la Paz.

Me interesa saber cómo estuvo, qué hicieron. Pero Mauro lleva la conversación a otros temas: qué publicar y cuándo, qué textos llevar directo a la exposición, cuáles priorizar, qué historias subir aquí, en estas crónicas falsas.

Yo todavía ignoro que la noche en que acamparon arriba la temperatura bajó a menos once.

Al día siguiente nos conectamos por meet y hablamos principalmente de dos cosas: de la ropa mojada que quedó colgada afuera y se congeló, y de qué proyecto es éste, de apariencia misántropa y ejecución gregaria.

¿Cuántos proyectos confluyen aquí, a la sombra o al alero o al calor, por qué no, del fondart de Mauro?

La siguiente imagen que llega es de la pintura que hizo arriba, “en plein air”: unas araucarias nevadas y el tronco viejo de una lenga muerta. Tiene oscuridad y tiene luz, esa luz menguante del atardecer en las cumbres. Es una luz lejana, agotada, atrapada en el pasado: las nieves rosadas del fondo no saben que en cuestión de segundos no habrá más color.