En los videos de la cumbre del Lanín veo la curvatura de la Tierra. Mauro no lo ha mencionado. Mejor así. No quiero que sea un efecto de la cámara.
El Lanín es alta montaña. ¿Cómo no le tomé el peso? Lo hablamos muchas veces: si convenía o no subir, si el proyecto lo necesitaba o no; qué habría que hacer para pintar en ese clima. Subir y no pintar sería un fracaso.
Una mezcla de prejuicios, envidia y miedo me hizo quitarle urgencia a esas decisiones.
Ahora, en cambio, qué ganas de estar ahí.
Mauro dice “crampones” y dice “piolet” y yo vuelvo a repetirme: el Lanín no es un cerro cualquiera, es alta montaña. ¿Habría sido capaz de subirlo?
Hay un video de la cumbre en el que pintar no tiene cabida. El azul del cielo es lindísimo. Las nubes están bajas y sueltas y dejan que se asomen los valles, las otras montañas. Pero es tan intenso el viento, que uno teme que se lleve volando el teléfono que hace el registro o la mano que lo sostiene. Es mejor verlo sin sonido.
Es un video hecho por otras personas, las de la segunda cordada. Ellas hicieron el primer tramo el viernes y la cumbre el sábado. Mauro comenzó un día antes, el jueves, y las condiciones estuvieron mejores, me dice. Hay una foto suya desde el interior de la carpa. Se ve el Lago Tromen, en el lado argentino. “Regalones en la carpa”, escribe, “con harto viento”. Pero este viento no se ve.
Fue cuando se detuvo el viento, me dice Mauro, que salió de la carpa e hizo la primera pintura: mirando hacia el norte, en línea con la cordillera. Entiendo el punto, pero mi ojo demora varios segundos en ver que al fondo, detrás del lienzo y de los cerros de Las Peinetas, lo que hay no es el cielo sino las montañas que se encadenan.
La noche del jueves, mientras Mauro dormía a 2500 metros, abajo, en Pucón, las sábanas de uno de los andinistas que subirían en la segunda cordada quedaron empapadas. Fue la adrenalina, me explica mi hermano.
Mientras el segundo grupo subía, Mauro pintaba en la cumbre.
“Tremendo día. Condiciones ideales”, me pone. Después me cuenta que una persona del segundo grupo le dijo que nunca había vivido una experiencia tan extrema como la de ese ascenso.
